Para alguien como yo, que ha considerado la necesidad de crear una fundación para ayudar a un grupo de personas desafortunadas, un acuerdo como el firmado entre la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y la Fundación de la FEB para ayudar a quien ha tenido menos suerte en la vida le parece fantástico.
Hemos heredado una situación de suerte y es una responsabilidad devolver una parte de ella a los menos afortunados. Hacer esto regalando baloncesto es unir esta exigencia con una legítima aspiración de todos los que amamos este deporte y no sólo trabajamos en él, sino que lo sentimos con pasión. Además, poder aportar algo a una población como la africana, que tiene un potencial natural por sus características fisioatléticas, es contribuir al crecimiento del baloncesto. Porque cuando África junte sus cualidades naturales a una formación técnica y táctica superior, todos saldremos ganando.
No se trata de coger a la gente de África y llevarla a Europa o EE.UU., sino de mejorar la competición allí para que crezca el nivel y eso cree el caldo de cultivo adecuado para la aparición de un gran número de jugadores de nivel internacional. El futbol se ha adelantado al baloncesto hace tiempo en este aspecto, pero nuestro deporte está hecho para que los jugadores africanos puedan destacar más aún. En África falta instrucción, formación y educación deportiva, al menos de una forma más directa y masiva. Se trata de una inversión a largo plazo, porque desde luego no se aprende en seis meses o un año, pero es abrir una puerta en beneficio de baloncesto.
He tenido la suerte de entrenar a un jugador africano al que guardo gran cariño en mi corazón como es Boniface Ndong. Siempre que traes a un jugador nuevo que rinde a gran nivel te deja un poso pero Boniface, por sus cualidades y su inteligencia, siempre será especial. He hablado con él alguna vez sobre Senegal y él mismo me decía cuánto bien se podría hacer allí con algo más de medios. Por eso me he acordado mucho de él con esta iniciativa de la Fundación de la FEB, ya que es un ejemplo muy concreto porque tiene vocación de volver a su tierra y contribuir. Le vendo esta idea gratis a la FEB porque Boniface Ndong sería un excelente embajador en este ilusionante proyecto de su Fundación.
Rusia me recuerda a África porque es un país de grandes contrastes, donde jugadores con unas grandes condiciones físicas tienen un nivel de formación no tan superior como uno podría pensar. Aparte de la élite, hay muchos chavales con grandes cualidades que tienen un nivel muy bajo de formación y por eso no están preparados cuando llegan a los primeros equipos. El fallo está en la capacidad de comunicar los conocimientos del juego: ver tanto desperdicio da auténtica pena.
Pero hay más formas de aprovechar los recursos que da el baloncesto más allá de la formación y la educación de los nuevos protagonistas del juego y es mediante el reciclaje de los profesionales. Recuerdo una foto de hace algunos años donde el cuerpo técnico de la Selección Española estaba formado únicamente por entrenadores o ex entrenadores, desde el médico hasta el delegado o el jefe de prensa. Considero que, en un mundo en el que las oportunidades para entrenar a un buen nivel son inferiores al número de entrenadores, es necesario aprovechar las cualidades de todos los técnicos. El baloncesto no se puede permitir perder energías importantes.
Esto no afecta sólo a los entrenadores, sino también a los jugadores retirados que pueden ser, por ejemplo, buenos árbitros. Unos pocos llegan a entrenadores de primer nivel pero mejorando su formación empresarial podrían llegar a tener un futuro directivo. Ahí tenemos el caso de Josean Querejeta, ex jugador de alto nivel y ahora uno de los directivos más respetados del baloncesto europeo, o el de Jordi Villacampa , ex grandísimo jugador y que lleva el mismo camino de Querejeta al frente del DKV Joventut.
Sin embargo, no todos los ex jugadores o ex entrenadores pueden reciclarse en roles directivos. Quien no recuerda su pasado no tiene a donde ir en su futuro y mirar atrás es un valor: pero una cosa es la obligación del baloncesto de ayudar a quien contribuyó a hacerlo más grande y ahora lo necesita, y otra es la oportunidad de recuperar activamente a personas que ya han adquirido una base de conocimiento durante su etapa de jugador o entrenador pero que necesitan completarla con una formación más global.
No todos los profesionales valen del todo porque necesitan completar su formación con otro tipo de conocimientos más allá de los ya adquiridos a través del baloncesto. Hay muchos aspectos en los que el profesional puede ser bueno, pero con eso no basta. Los que quieren completar su bagaje sí se pueden encontrar luego cómodos en roles directivos.
También dentro de los entrenadores se da el caso de que si uno ya no vale para ser primer entrenador, por la razón que sea, se tiende a pensar que ya es un lastre en cualquier otro puesto. Esto es dramático y sucede en muchos países pero no en EE. UU, donde son muchos los entrenadores que son directivos y muchos otros los que han pasado de ser primeros entrenadores a técnicos asistentes.
En España y en Italia tenemos miedo a reciclar aunque se tenga ética y lealtad para asumir otros roles. Los propios entrenadores deberían encender ese debate y desde la cantera se podría apostar por entrenadores todavía muy válidos y con mucho entusiasmo para estar cada tarde en una pista para enseñar a los jóvenes la gran cantidad de baloncesto que pueden ofrecer.
miércoles, 17 de marzo de 2010
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1 comentario:
HOLA SERGIO
ME ALEGRO MUCHO DE SABER QUE HAYA GENTE DE GRAN CONOCIMIENTO DEL BALONCESTO EUROPEO PENSANDO EN AFRICA Y SOBRE TODO QUE NO SOLO VALE SER ENTRENADOR PARA AYUDAR ESTE DEPORTE, HAY VARIOS SITIOS PARA SEGUIR VIVIENDO SU PASION
UN ABRAZO
ALAIN ZORO (amigo de alfredo aicardi)
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