En el post anterior expliqué mi punto de vista acerca de las relaciones entre los entrenadores y los padres de los jugadores en su etapa de cantera. Ahora os ofrezco mi reflexión sobre las fuentes de influencia del entorno que rodean al jugador, dibujando idealmente tres círculos concéntricos alrededor del protagonista.
La familia y la pareja forman parte del primer círculo- el más próximo a la figura del jugador con el afecto como valor dominante- y obviamente su influencia puede ser positiva o negativa, dependiendo del sentido común y de la educación deportiva que posea o demuestre cada persona cercana al deportista.
Se puede crear un efecto positivo cuando los integrantes del núcleo familiar apoyan, arropan –cuando es necesario- e intentan mantener al jugador con los pies en el suelo. Sin embargo, el efecto es negativo cuando hay personas que alimentan la frustración del deportista dentro del grupo, confundiendo ambición co insatisfacción.
Tener una comunicación abierta con este primer entorno del jugador es muy útil y productivo. En más de una ocasión mantener este contacto me ha ayudado a encontrar una línea de colaboración para mejorar la mentalidad o incluso corregir el rumbo equivocado del deportista. Ha habido ocasiones que, enterado de un incorrecto comportamiento de un familiar en la grada, hablar con esta persona ha servido para cambiar la actitud y reorientarla en beneficio del propio deportista y del grupo.
Otras veces las palabras se topan con un muro infranqueable y la respuesta se alimenta de argumentos que reivindican un mayor protagonismo del jugador, e incluso recuerdo hace años que mis directivos tuvieron que cambiar las localidades destinadas a unos familiares demasiado “expresivos” en la tribuna…
El segundo círculo alrededor del jugador, donde el valor dominante es el interés económico y comercial, lo forman los agentes y representantes, añadiéndose en algunos casos los profesionales que asesoran y cuidan de los aspectos comerciales relacionados con su actividad.
En general, me parece que esta clase de personas se ha profesionalizado y ha evolucionado en sentido positivo. Por ejemplo, hay cada vez más preparación y participación de ex deportistas en estas labores de representación, lo que conlleva un mejor entendimiento de cuál es el mejor camino para ayudar al joven deportista.
Es lícito que los agentes luchen por mejorar el contrato profesional del jugador, pero también es importante que sepan hablar con él de forma sincera para tratar de hacerle notar algún comportamiento no positivo para su desarrollo y para su imagen profesional.
También es indudable que hay otra clase de representantes que únicamente se preocupan de la parte económica con el único objetivo de aumentar el sueldo del jugador y, consecuentemente, subir su comisión por los servicios prestados…
El último círculo lo forman los aficionados y los Medios de Comunicación. Este entorno está físicamente más alejado del jugador, pero con una motivación que a veces es incluso más apasionada que el comportamiento de las personas de los dos primeros círculos.
Aquí también el estímulo ofrecido por público y prensa puede resultar una motivación positiva hacia el máximo rendimiento y compromiso del jugador. Sin embargo, no es infrecuente que los aficionados se encariñen por un determinado jugador, al punto de ignorar que hay, al menos, un compañero más que juega en la misma posición que el favorito, perjudicando sin querer el clima alrededor del equipo.
También suele pasar que algunos Medios especialmente cercanos a un jugador -al margen de su natural función informativa- se encarguen de “promocionarlo” por gusto deportivo o por amistad personal.
Creo que en estos casos es correcto por parte del entrenador evidenciar hacia fuera el peligro que pueden crear estas situaciones hacia fuera, pero con el único objetivo de hacer reflexionar a los destinatarios: aficionados o periodistas. Es probable que éstos mantengan su opinión y posiblemente seguirán expresándose como antes.
Mi experiencia en estos casos me ha enseñado a dedicar mis energías no tanto a pretender modificar actitudes o comportamientos de personas que, al fin y al cabo, son extrañas al equipo, sino a trabajar dentro del grupo; concreta y directamente con los jugadores interesados para evitar daños interpersonales y presiones innecesarias. Al fin y al cabo, se trata de no olvidar que el equipo “fabrica” prestaciones y resultados, mientras que los aficionados y los Medios de Comunicación sólo reaccionan a ellos…
martes, 27 de abril de 2010
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