Ya estamos en febrero, el mes reservado para la disputa de las respectivas copas en el calendario de las competiciones nacionales. Si en Europa estamos acostumbrados a disfrutar de estas citas a mitad de temporada, no entra en la mentalidad de los entrenadores de la NBA que se disputen unas competiciones aisladas de la lógica progresión del habitual sistema de juego liguero: fase regular y playoffs.
Puede ser complicado que estos profesionales de las franquicias de la liga americana entiendan como los equipos europeos se cruzan con importantes desafíos en forma de títulos durante el mes de febrero, retos plenos de emoción que se dirimen en apenas tres o cuatro días en eliminatorias a un partido. Ellos no alcanzan a entenderlo. Lo más parecido que puede haber en la NBA es el interés de los equipos por obtener el mejor porcentaje de victorias antes de cada 31 de enero, fecha que marca el ecuador de la “regular season” en la mejor liga del mundo. Ese es el momento en que a los entrenadores de los mejores equipos en cada conferencia se les concede el honor de dirigir semanas después al combinado de estrellas en el desafío anual del All-Star Game. También llama la atención como jugadores de la NBA que temen o quieren ser traspasados intensifican sus prestaciones por estas fechas, justo antes de que finalice el plazo para formalizar estas operaciones de intercambio entre franquicias.
Regresamos a Europa. Los títulos de campeón de la Euroliga y la Eurocopa son considerados objetivos prioritarios para un puñado de clubes del continente. Por otra parte, disputar la fase final de la copa está al alcance de un buen número de equipos y elevar ahí el trofeo de campeón les reportaría un indudable prestigio a nivel nacional. La lucha por alcanzar estos objetivos implica conseguir picos altos de nivel de juego y físicos en momentos concretos a mitad de temporada por lo que resulta imprescindible hacer ciertos ajustes y retoques en la planificación anual que elabora el cuerpo técnico de cada equipo, algo no exento de dificultad y problemática.
La planificación en esos momentos de la temporada –localizados en este mes de febrero- la dividimos en física y táctica. A nivel físico es conveniente realizar un examen completo e individualizado de cada jugador. El estudio debe efectuarse tres o cuatro semanas antes de la competición con el propósito de que esta eventual intervención posibilite el efecto deseado llegado el momento.
Se tiene que almacenar el volumen de trabajo e ir reduciéndolo una o dos semanas antes de la cita competitiva interanual. A partir de ese momento -de forma gradual- reduciremos el volumen y las tareas físicas girarán hacia el trabajo de la velocidad con esfuerzos cortos y muy intensos.
La proximidad de las citas que se presentan en el mes de febrero –como en España pueden ser la Copa del Rey o la Copa Príncipe Adecco Oro- también afecta a la planificación táctica del equipo. Es interesante incorporar novedades ofensivas y defensivas en función del rival que nos toque. Recuerdo en una de las copas que gané en mi etapa como entrenador en España como fuimos trabajando una zona 1-3-1 presionante que no utilizamos en los partidos de liga y la sacamos justo en la Copa. El efecto sorpresa se cumplió y los resultados fueron magníficos.
Otro de los aspectos que debemos cuidar antes de las competiciones a medio camino de la temporada es el mental. También con dos líneas claras de actuación: individual y colectiva.
Los jugadores con un rol importante en la plantilla deben llegar a estas citas con un alto nivel de responsabilidad y de confianza. Esta confianza la adquieren otorgándoles ese rol y con buena comunicación. Hemos de identificar al núcleo de jugadores que tiene que llegar motivados y con plena confianza. De ellos depende en buena medida que se puedan sacar adelante estas citas que se deciden en cortos espacios de tiempo. Evidentemente no pueden ser todos los efectivos de la plantilla los que formen parte de este grupo. En un evento tan corto como la Copa, puede ser suficiente disponer de ocho o nueve jugadores a tope de motivación
La mentalización colectiva también tiene una importancia decisiva. La experiencia me ha demostrado que tan negativo es acometer estas fases finales tras una mala racha como en una situación de bonanza. Me han contado que hay entrenadores que han preferido perder un partido liguero justo antes de las citas coperas y, como consecuencia de ello, “apretar” a los jugadores. Yo no he llegado a este extremo, pero entiendo esta forma de actuar. Me explico. Llegar demasiado relajado no ayuda a activarse. Hemos asistido en infinidad de ocasiones a que equipos que se presentan en la Copa con el cartel de favoritos y tras una excelente racha de resultados no llegan con la garra y la chispa necesarias para ganar.
Que disfrutéis de este mes de copas y también aprovecho para enviar desde aquí mi enhorabuena al club Melilla Baloncesto, a su cuerpo técnico y jugadores por el título de campeón de la Copa Príncipe Adecco Oro.
miércoles, 3 de febrero de 2010
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